Entrevista librera con Ignacio Martínez de Pisón

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La buena reputación

La buena reputación

Martínez de Pisón, Ignacio

ISBN

978-84-322-2253-5

Editorial

Seix Barral

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Quedamos enfrente de la librería, en el antiguo “El ángel azul”. Este café zaragozano acogía tertulias y conversaciones de escritores y era el lugar donde Ignacio Martínez de Pisón se reunía con sus amigos para charlar hasta la madrugada en los primeros años ochenta. Más de treinta años y diecinueve libros publicados después, nos sentamos a conversar acerca de La buena reputación, la novela más ambiciosa del autor.

Esta saga familiar empieza en Melilla y viaja en sus páginas a Málaga y a Zaragoza; a través de la familia formada por Samuel Caro y Mercedes Campillo, sus hijas Miriam y Sara y sus nietos Daniel y Elías, Ignacio Martínez de Pisón pasea por la vida en España en la segunda mitad del siglo XX a través de las vidas de unos personajes poderosos, complejos, llenos de luces y de sombras.

La buena reputación es una novela que habla de la comunidad judía que vivió en Melilla a mediados del siglo XX. Es un tema poco tratado en la literatura, ¿cómo surge la idea de escribir sobre ello?

Hace cuatro años me invitaron a asistir a la semana de cine de Melilla, no conocía la ciudad y me fascinó. En ese momento, tenía una idea en marcha para una novela acerca de una herencia y un testamento y vi que Melilla no sólo podía ser el escenario de la novela sino que también, de alguna manera, podía tener un papel protagonista.

Melilla es una ciudad tan especial… el hecho de que sea una ciudad europea en el norte de África, de que tenga una historia tan breve como ciudad, de que haya estado sometida a tantas tensiones y a tantas convulsiones en tan poco tiempo… Me pareció que el momento más interesante eran los años cincuenta, los últimos años del protectorado. Melilla era entonces la capital económica de ese territorio y había un clima de inestabilidad, de cambio. Con el fin del protectorado, muchos ciudadanos españoles volvían a la península y, en realidad, volvían a su país, aunque siempre habían vivido en el norte de África; los judíos del norte de África emigraban hacia el recién creado estado de Israel… ese espacio de inestabilidad, de incertidumbre hacia el futuro era ideal para colocar a una familia como la protagonista, un matrimonio mixto entre un judío y una católica, y someter sus conflictos conyugales a ese momento y a esa crisis.

Las guerras de España en Marruecos, el Rif y el Protectorado han aparecido antes en otros libros tuyos. ¿Por qué te interesa tanto?

Empecé a interesarme por el Protectorado mientras estudiaba la carrera, por cuestiones de simple afinidad literaria. Algunos de mis libros favoritos de la literatura española del siglo XX son libros que cuentan la guerra de África, como Imán de Ramón J. Sender o El blocao de José Díaz Fernández. Siempre me había atraído más la época anterior a la guerra civil y casi no había explorado esa historia posterior. Conocer la ciudad despertó mi curiosidad por saber cómo era la vida en aquella época y también, por otro lado, cómo era la administración española en este territorio.

Hay escenas muy cinematográficas, como las cenas en el Círculo Recreativo Israelita de Tetuán.

Aunque sólo sea desde el punto de vista de cierto pintoresquismo visual, esa mezcla de uniformes, de ropajes, de ceremonias, da un empaque a la historia casi de novela de Rudyard Kipling. La época tiene algo de esas películas como El hombre que pudo reinar, del ambiente de la Inglaterra colonial. Si ves las fotos de la época te quedas muy impresionado de ver cómo van vestidos los jefes de las cabilas y los altos mandatarios de sultán; todo eso mezclado también con la pompa militar de la España franquista… Visualmente, tiene una potencia especial.

¿Qué buscas en una ciudad cuando la eliges como escenario de tus novelas?

Ninguna novela es la misma en diferente ciudad. Las historias cambian porque cambian las ciudades y, en alguna medida, mientras cuentas la historia de unos personajes estás contando también la historia de la ciudad. Melilla no estaba vinculada en absoluto a mis recuerdos ni a mi biografía, pero conocerla me permitió adentrarme un poco en su historia. Muchos detalles de la ciudad los descubrí a través de Moisés Salama, un amigo judío a quién conocí allí. y que me contó cosas sobre Melilla que me llamaron mucho la atención. Su familia tiene una empresa que trabaja en el puerto y conoce bien cómo es el trabajo allí; por ejemplo, tiene un conocimiento bastante cercano de como funciona la economía sumergida, lo que allí llaman “comercio atípico”, que es el eufemismo que se utiliza para referirse al contrabando.

Ese tipo de actividades que están en el límite entre lo legal y lo ilegal son muy interesantes para un novelista. En otras novelas he investigado el mundo de los subasteros y en esta son los estibadores y los negocios portuarios. En La buena reputación, uno de los nietos de Samuel que es un cabecita loca, un poco tarambana, tiene que coger las riendas de un negocio en el puerto de Melilla y debe aprenderlo todo desde cero.

En El tiempo de las mujeres alternabas las voces de las tres hermanas y en El día de mañana la historia era narrada a través de las entrevistas a los personajes cercanos al protagonista. La buena reputación está dividida en cinco novelas, cada una de ellas está dedicada a un personaje.

Cuando acabé la primera parte, que tiene a Samuel como principal protagonista, me pareció que su historia tenía un final muy redondo y que merecía algo más que ser un simple final de capítulo. Aunque la historia de Samuel se prolonga más allá y la vamos a seguir a través de su mujer y a través de su hija Miriam, la imagen final de Samuel convertido en un pequeño Moisés que guía a unos pobres judíos del norte de Marruecos a través del Parque Hernández -el parque céntrico de Melilla- en dirección al puerto, para que embarquen hacia la península y salgan hacia el estado de Israel, me parecía que cerraba el principal cambio en la construcción del personaje, en su evolución, y eso encajaba perfectamente en esta estructura de cinco novelas diferenciadas.

Me gusta pensar que el lector es el único que tiene toda la información y que los personajes solo conocen a medias lo que está ocurriendo; el lector tiene esa visión digamos “aérea” de la historia, una visión completa. En La buena reputación» he recurrido al narrador omnisciente, el procedimiento más clásico de la novela decimonónica. Me voy metiendo en la cabeza de todos los personajes, voy mostrando lo que ellos ven pero a la vez también muestro lo que no ven, aquello que desconocen de la historia.

Esta es tu novela más ambiciosa y es mucho más extensa que el resto de tu obra. ¿Tenías previsto desde un principio que iba a ser así, o mientras escribías te diste cuenta de que la historia necesitaba ser más extensa que el resto de tus novelas?

Cuando terminé la primera de las cinco novelas, ya tenía previsto lo que iba a escribir después y cuáles eran los personajes que iban a protagonizar las otras cuatro. Por una de esas manías mías, también tenía una previsión de la extensión que ocuparía cada una de esas novelas, así que más o menos ya sabía entonces lo que iba a ocupar la novela en total.

En realidad, muchas de las cosas que ocurren antes del inicio de la historia, están en la novela en forma de recuerdos, de flash-backs o de reconstrucción biográfica de alguna etapa de la vida de los personajes, así que no me hizo falta empezar antes y que la novela creciera más.

El destino tiene una presencia importante en tu obra. La buena reputación tiene mucho en común con otra de tus novelas, El tiempo de las mujeres.

En El tiempo de las mujeres cuento la historia de una mujer y sus tres hijas que, tras la muerte del padre, se plantean cuál es la vida que les va a tocar vivir y en qué es diferente de la que les habría correspondido en caso de que el padre hubiera seguido vivo. En La buena reputación hay también un cambio en el destino de los personajes. Hay un cambio de escenario y no sólo se enfrentan a unas ciudades nuevas, a unas localizaciones nuevas, sino también a unas experiencias y a unos acontecimientos diferentes ante los cuales van a tener que reaccionar de una manera u otra, adoptar actitudes que no tenían previstas.

Para mí, uno de los grandes temas de la novela contemporánea es ese: las vidas posibles que hemos ido rechazando, que hemos ido dejando atrás en el camino. Esa bifurcación que aparece en nuestra vida cuando elegimos un camino y, por tanto, renunciamos a otro. O ese camino que rechazamos y que queda atrás como una posibilidad que en su momento lo fue y ahora ya no. Calvino dijo que “la literatura trata de lo que pudo ser“, y gran parte de las historias que cuento tienen muy presente esa posibilidad que existió y que uno desperdicia, a la que renuncia o que descarta obligado por el destino.

¿Cómo construyes una novela? ¿Qué es para ti lo prioritario, por dónde empiezas?

Lo principal en una novela de este tipo es la creación de personajes. Mucho más que la trama o más que la creación de un mundo, lo que importa es que esos personajes se sostengan por sí mismos y que uno los perciba como cercanos y reales. Al construirlos tienes que sentir que aunque no hayan existido el lector va a percibirlos como si fueran de carne y hueso.

Cuando empecé a trabajar en La buena reputación, primero definí a Samuel y Mercedes y a partir de ahí fui completando la familia. Los problemas del matrimonio con sus hijas ayudaban a construir los personajes de estas dos mujeres, a perfilarlos: sus vidas, sus amoríos, su relación posterior con sus propios hijos…

En otras novelas nos encontrábamos con Justo Gil o con Raffaele Cameroni. En La buena reputación es una mujer, Mercedes, quien cumple con el papel de “mala”.

El personaje de Mercedes se presenta en principio como víctima, como persona que no ha tenido la suerte o el privilegio de vivir la vida que a ella le habría gustado y se siente legitimada para exigir a los demás. Tiene una idea de la justicia un poco desequilibrada, lo que ella reclama para sí no es capaz de admitir que se le pueda conceder a los demás y eso quizás es lo que la vuelve más aviesa. En todo caso, creo que el personaje es interesante precisamente porque no es buena en el sentido machadiano; es un personaje lleno de contradicciones: con algunos miembros de su familia se comporta con generosidad, con nobleza, con simpatía y con cariño y con otros miembros es absolutamente despiadada.

Detrás de La buena reputación hay un gran trabajo de documentación y un cuidado equilibrio entre la ficción y los hechos reales.

Mezclar elementos extraídos de la realidad con la ficción es algo que acrecienta la verosimilitud de la historia. En esta novela hay cameos de personajes reales, como González Ruano o García Valiño, el militar que fue el último Alto Comisario de España en Marruecos y que tuvo el encargo de finiquitar el Protectorado. Son personas de las que existe una imagen perfectamente definida: González Ruano es un hombre sobre el que se ha escrito mucho, de quien se saben muchas cosas; lo mismo ocurre con García Valiño. Eso me ha permitido colocarlos ahí y aumentar el espesor de realidad de la historia. Junto a ellos he colocado a otros personajes producto de mi imaginación y, seguramente, el lector no muy informado no distinguirá cuáles son reales y cuáles no. El lector no tiene por qué saber si González Ruano viajó a Melilla en esa época o si lo hizo García Valiño, incluso si este existió: podría ser un personaje inventado como lo son los otros militares que aparecen en la novela con él.

Tus historias se caracterizan por estar escritas con una prosa limpia y cuidada. Este estilo tan directo es una muestra del trabajo de escritura tan intenso que hay detrás.

Cuando mi hijo Eduardo estaba estudiando periodismo y me daba sus artículos para que los leyera, yo siempre le decía que al escribir debes tener muy claras dos cosas: qué quieres decir y cuál es la forma óptima de hacerlo. Cualquier concesión a la retórica, cualquier ambigüedad probablemente esté desvirtuando tu verdadero propósito, que no es otro que contar lo que quieres contar. Un escritor tiene que trabajar las frases como un orfebre hasta encontrar esa manera óptima, encontrar las palabras precisas y sin adornos que te desvían del núcleo, del meollo del asunto. Y tiene que tener muy presente que hay un lector a quien le tienes que mandar el mensaje con claridad, que tiene que captar exactamente lo que tú le quieres transmitir. Si no lo hace, has fallado en el acto de la comunicación literaria.

Muchos escritores, cuando son preguntados por sus lecturas, confiesan leer únicamente novelas de los siglos XVIII y XIX. Tú lees a muchos autores contemporáneos.

Sí, yo leo a mis contemporáneos todo el rato, entre otras cosas porque me llevo bien con muchos de ellos… pero también porque me parecen interesantes. El estado de salud de la novela española de los últimos treinta años es bastante bueno, hay muy buenos escritores que han escrito sus mejores novelas en estas tres décadas y me gusta pensar que somos contemporáneos de novelas que seguirán siendo leídas por generaciones futuras. No podemos distraernos y dejar pasar esos libros, algunos de los cuales están llamados a convertirse seguramente en pequeños clásicos.

David Grossman, en su última visita a España dijo en una entrevista que “Contar una historia a un escritor es como abrazar a un carterista”. En La buena reputación haces que los personajes vivan historias que han sucedido realmente a familiares o amigos tuyos.

Un escritor tiene que ser un tipo que tenga siempre la curiosidad a punto, preparada, dispuesta. Tienes que estar listo para pescar cualquier historia que pase por tu lado. Tener interés por las cosas que les pasan a los demás forma parte de la condición de novelista, aunque es un interés interesado que juega con el doble sentido de la palabra, porque al final acabas utilizando algunos de esos materiales y convirtiéndolos en materia literaria del mismo modo que conviertes en material literario tus propios recuerdos. Muchos de mis libros están alimentados con recuerdos míos y también con recuerdos ajenos, de gente cercana a mí.

Para acabar, ¿qué podemos decir los libreros para recomendar tu novela?

La buena reputación es una novela que adopta formas tradicionales que estaban en vigor en el siglo XIX y que, por desgracia, los best-sellers han degradado en el siglo XX. Pero a mí me gusta pensar que la literatura y la novela clásica siguen siendo válidas, y me gusta pensar que la novela que sigue los cánones del siglo XIX sigue teniendo una nobleza que el lector es capaz de percibir. Esta es una novela de sentimientos y de personajes: podremos comprenderlos, podremos enfadarnos con ellos o podremos acabar disculpándolos, pero al menos los sentiremos como auténticos.

Eva Cosculluela, Librería Los Portadores de Sueños de Zaragoza..

Ignacio Martínez de Pisón enla librería Los Portadores de Sueños

Nos gustan los Cuentos

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Invitación a los cuentos.

Intentaba yo buscar la manera de convencer a un buen cliente y gran lector para que se iniciase en la lectura de cuentos y relatos. Le hablaba de autores renombrados, de cuentos famosos, del placer de la lectura breve… Sí, sí, decía, pero es que a mí un cuento no me dice nada, me sabe a poco. Entonces, di la batalla por perdida y supe que no le ganaría para la causa.

Porque entonces me acordé de cuando yo leía también novelas y nada más que novelas. Ni siquiera consideraba la posibilidad de llevarme un libro de relatos de la Biblioteca que frecuentaba o de una librería, antes de tener la mía. Es más, si rastreando entre las estanterías daba por casualidad con un volumen de narraciones breves, lo dejaba sin más, y creo que, como a mi cliente, nadie podría haberme convencido entonces de que aquello era una lectura de verdad, poco menos que entretenimiento sin demasiadas pretensiones, nada digno de ser realmente valorable.

Ahora casi me avergüenzo de reconocerlo.

Ahora que me he convertido en ávida lectora de cuentos y relatos; ahora que disfruto llenando esos escasos huecos de que dispongo con lecturas breves que tienen la singular capacidad de seguir bailando en mi cabeza durante el tiempo que luego dedico a las ineludibles tareas diarias; ahora que he descubierto (hace ya unos años) la intensidad que puede adquirir una historia con las palabras justas y bien dispuestas; la inquietud que puede provocar lo no escrito, lo no contado; y, por supuesto, lo que nos cuentan: detalles, momentos de una vida, un encuentro, un desencuentro, un pensamiento, un sueño, un deseo, un sufrimiento, una alegría, un temor, una anécdota… en fin, todo lo pequeño, lo episódico que conforma una vida, que no es otra cosa que una narración larga donde lo que cuenta al final es la suma de lo minúsculo que, a veces, ni siquiera consideramos digno de mención.

Es difícil persuadir a alguien con palabras para que se inicie en el placer de leer cuentos. Los placeres se descubren y se saborean y, para eso, hay que probar. Es la única manera; dejarse atrapar por una historia, y luego por otra, y por otra; y disfrutar una vez, y otra, y otra, así hasta que, sin darse cuenta, uno advierte que ya no puede vivir sin tener cerca un cuento que leer.

Sólo invito a probar. Lean un cuento y otro más, a este autor y a aquel otro. Hay muchos cuentos y muchos autores que los escriben.

Luego, ya me dirán

Olivia Lahoya, Librería Estudio (Miranda de Ebro)

Librería Estudio (Miranda de Ebro)

 

Entrevista a Vanesa Casanova, traductora de “¡Melisande! ¿qué son los sueños?”

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¡Melisande! ¿Qué son los sueños?

¡Melisande! ¿Qué son los sueños?

Halkin, Hillel

ISBN

978-84-15625-73-5

Editorial

Libros del Asteroide

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Uno de nuestros compañeros más activos en la web, Pedro González de Librería Hipérbole (Ibiza-Eivissa), nos regala esta interesantísima entrevista a Vanesa Casanova, traductora de nuestro Libro de la Semana “¡Melisande! ¿qué son los sueños?“.

Pedro González: Me he enamorado de un libro y tengo que repartir ese flechazo entre el autor y la traductora. ¿Qué significa para ti haber traducido una novela que está llamada a convertirse en una de las favoritas de los libreros en este año que acaba de empezar?

Vanesa Casanova: El mérito es del autor. “¡Melisande! ¿Qué son los sueños?” es una novela singular, tanto por su estructura como por el ingenio literario del autor para ir estableciendo conexiones, a veces muy sutiles, entre el plano intelectual y la narrativa de lo cotidiano. La escritura de Halkin es delicada, pausada cuando es necesario y muy sutil, con toques ácidos, humorísticos o de gran ternura según lo requiera la narración. Tiene diálogos estupendos, muy frescos; a veces son tiernos, otras veces llegan a cotas de altísima tensión emocional. Es una novela escrita por un autor que atesora un saber extraordinario. Nos ofrece pinceladas de episodios, personajes y obras de la filosofía y la literatura universal que van del Nuevo Testamento a la poesía de Keats, de la filosofía medieval árabe a los textos sagrados hindúes, de los últimos coletazos del macartismo a las protestas contra la guerra de Vietnam, y lo hace con una maestría extraordinaria, sin el más mínimo atisbo de pedantería.

«Halkin es muy generoso con el lector: no pontifica, no pretende aleccionar a nadie. Permite que seamos nosotros quienes vayamos descubriendo las luces y sombras de sus personajes. Melisande nos habla de los temas universales de la gran literatura: el amor, la compasión, el dolor que todos experimentamos ante la pérdida, la dificultad de perdonarnos por nuestros errores. Construye un universo narrativo en el que el mundo de las ideas permea la vida de sus protagonistas, les ayuda a entender sus acciones pasadas. Los personajes de la novela aprenden a vivir, a amar y a perdonarse, en buena medida, a través de la literatura: Hoo, el intelectual, el “lento”; Ricky, el genio incontenible que acaba consumido por su propia genialidad en una espiral de autodestrucción, pero al que seguimos reconociendo incluso atiborrado de pastillas en un sanatorio; y por último Mellie, el centro de todo, la Melisande de Trípoli, esa Mellie que pasa por un episodio terrible que Halkin retrata con una gran compasión. Son tres personajes en absoluto planos con los que cualquier lector puede identificarse. ¡Y qué final tan prodigioso! Es inevitable que se te forme un nudo en la garganta cuando, después de tanto dolor, se abre un resquicio para la esperanza. Es un final perfecto.

P. G. : ¿Cómo fue penetrar en el universo de Halkin? ¿Qué sentías al traducir esos párrafos que se graban en el lector?

V.C.: Lo primero que siento cuando tengo un libro que no conozco entre manos es una curiosa mezcla de nervios y miedo. “¿Estaré a la altura? ¿Sabré resolver los problemas?”. Melisande planteaba no pocas dificultades, que además eran importantes para el desarrollo de la novela y la construcción de los personajes. Abundaban los juegos de palabras y las bromas basadas en referentes culturales ajenos al lector español que obligaban a buscar soluciones creativas. Hillel Halkin fue muy generoso conmigo, señalando aquellos puntos en los que él consideraba que la traducción debía ir más allá (bien porque en mi traducción no había captado plenamente el sentido de lo que él quería decir, bien porque le parecía que mi interpretación era incorrecta o, en algunos casos, excesivamente libre). Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora.

Respecto a los sentimientos, creo que la traducción te obliga a adoptar una actitud un tanto “fría” hacia el texto. A veces debes pegarte al texto a nivel microscópico, otras debes alejarte para tener una visión de conjunto, para no perder de vista esa red de conexiones que une los diferentes elementos de la novela. No quiero decir con esto que no sintiera nada mientras traducía, al contrario, pero sí que la lectura del traductor no es comparable a la experiencia del lector. Incluso la primera lectura del original es diferente, porque constantemente vas en busca de las dificultades en potencia que puedes ir anticipando en el texto, tomando notas, preguntándote cómo vas a resolver esto o aquello. Normalmente no releo los libros una vez publicados, pero con Melisande he hecho una excepción. Quería ser capaz de volver a disfrutar de esta novela con ojos de lectora y debo decir que ha sido una experiencia muy gratificante.

P. G. : Ha recibido el premi Ángel Crespo de traducción, por “Rescate”, otra obra maestra. ¿Cómo es trabajar para libros del Asteroide, en mi opinión una de las editoriales más importantes del mundo? Se ha convertido en un clásico leer el nombre del traductor entre las dos franjas de color símbolo de la editorial.

V.C.: A mí, como lectora, me fascina la diversidad del catálogo de Libros del Asteroide. Puedo pasar de la vida de la Praga comunista con Heda Margolius-Kovaly a la América de Wallace Stegner, hurgar en la memoria de nuestra guerra civil con Chaves Nogales, darme un divertido paseo por un pueblecito inglés de la mano de John Mortimer o viajar a principios del siglo XX a Azerbaiyán con Alí y Nino. Es muy legítimo pensar que la literatura está ahí únicamente para entretenernos, pero a mí me gusta leer historias que me ayuden a cuestionarme mis convicciones, mi forma de ver el mundo, que me obliguen a plantearme preguntas incómodas. Eso sí, mi Asteroide favorito es El Pentateuco de Isaac, de Angel Wagenstein (en traducción de Liliana Tabákova). Es parte de una trilogía maravillosa y realmente emotiva, que no dejo de recomendar.

En cuanto a lo que supone trabajar con Libros del Asteroide, es muy fácil trabajar con gente a la que le apasiona lo que hace. Si un editor toma una decisión meditada y apuesta por poner un libro en manos de un traductor (no un libro cualquiera, no el siguiente en la cola, sino ese libro en concreto, porque considera que eres la persona más adecuada para hacerte cargo de ese trabajo), es muy importante entender y valorar el riesgo que asume. Quizás porque en este país estamos demasiado acostumbrados a hablar desde el rencor, creo que se habla muy poco de las buenas prácticas editoriales. Libros del Asteroide es una de esas editoriales que merecen un reconocimiento especial por su manera de valorar y tratar a todas las personas que participamos en la creación de un libro y que demuestran que se pueden hacer las cosas de otra manera.

P. G. : Hay ocasiones donde tengo la duda de si estoy leyendo al autor o al traductor. Son famosos los trabajos de Cortázar y su traducción de la obra de Poe, pero ¿Estoy leyendo verdaderamente a Poe? ¿Dónde está el límite para un traductor?

V.C.: El traductor se compromete a entregar al editor una traducción “ajustada fielmente al original”, según reza en muchos contratos. Sin embargo, no es el texto original el único que exige “fidelidad”; lo exigen también los editores, los lectores, incluso el propio autor, que puede haber cambiado de idea sobre lo escrito. Esta exigencia de “fidelidad” es problemática. David Paradela, traductor entre otros de Curzio Malaparte, dedicó un post extraordinario en su blog Malapartiana a comentar un texto de Susan Sontag (“La traducción según Susan Sontag”, http://malapartiana.wordpress.com/category/la-traduccion-segun/). Es un texto muy interesante cuya lectura me parece muy recomendable.

La traducción vive necesariamente a caballo entre esta exigencia de fidelidad y la creatividad. Sobre esta cuestión hay opiniones para todos los gustos, pero creo que hay un límite infranqueable que es el que marca el propio texto; hay traductores que prefieren apegarse más al texto original, mientras que otros optan por soluciones que pasan por un mayor o menor grado de naturalización. Ambas me parecen posturas legítimas, siempre que se sea consciente de por qué se hacen las cosas así y no de otra manera. Pondré un ejemplo sencillo: si traduzco fat sheep por “orondas ovejas”, ¿es reprochable? ¿Es un exceso creativo que denota una falta de respeto hacia el original? ¿Me he pasado? Honestamente, no tengo una respuesta definitiva ni en un sentido, ni en otro.

El momento en el que das por terminada una traducción se vive con muchos nervios, porque este es un trabajo en el que, si algo predomina, es la sensación de inseguridad y en el que, cuando se menciona la labor del traductor, suele ser para reprocharle sus errores, nunca para reconocer sus aciertos. No conozco a nadie a quien, una vez terminada una traducción, no se le ocurran nuevas posibilidades o que no haya descubierto matices diferentes, pero ya no hay tiempo ni oportunidad para hacer cambios. El primer error que descubres (o, peor aún, que otros te descubren) pesa mucho en el ánimo, para qué negarlo. Traducir exige tomar decisiones, asumir el riesgo de que cualquiera te reproche haber optado por una solución concreta. Me parece legítimo, ya que a fin de cuentas la versión del traductor no tiene por qué ser la única. En estos casos, siempre me acuerdo de aquella frase de Pessoa en su Libro del desasosiego: “el que es perfecto no se manifiesta” (Acantilado, trad. Perfecto Cuadrado). Traducir es manifestarse, con todo lo que ello conlleva. Tampoco la desidia de una inmensa mayoría de reseñistas nos beneficia. Muchos de ellos contribuyen a perpetuar la creencia de que los traductores somos una molestia prescindible. Desconozco si lo hacen por pereza, por desinterés o por falta de espacio. Cuando un reseñista alaba la elegancia de la prosa del autor X, la musicalidad de sus frases o la riqueza de su léxico, ¿de qué está hablando? Obviamente, de la traducción.

Hay quien cree la única traducción que puede considerarse “buena” es la traducción “invisible”. Ocurre muchas veces que, cuando un autor ya tiene voz en castellano, cualquier traductor posterior que le preste su voz será inmediatamente sospechoso y su traducción será inevitablemente “mala” o “peor” que la primera. Podríamos poner infinidad de ejemplos, desde las obras de Poe que mencionas a las traducciones de la obra de Proust, a quien yo no puedo leer en francés. Es una buena pregunta: ¿qué es lo que nos gusta exactamente? ¿Proust o esta o aquella traducción de Proust? La traducción es al mismo tiempo el texto original y algo más, siempre sujeto a variaciones e interpretaciones.

P. G. : ¿Qué podemos hacer para ayudaros? Creo que los libreros podemos ser uno de vuestros apoyos más importantes de cara a fortalecer vuestra posición en el mundo del libro.

V.C.: Los libreros sois quienes más cerca estáis del lector: conocéis de primera mano sus gustos, sabéis mejor que nadie si un libro puede llegar a emocionar a una persona con quien habéis construido una relación de confianza. Tenéis un instinto singular, un olfato especial que os convierte en actores imprescindibles para la supervivencia del libro. La traducción solo tiene sentido porque hay lectores. Yo soy, ante todo, lectora; en cada ciudad tengo una o más librerías de referencia, lugares a los que acudo a “pescar” libros y que siempre recomiendo a amigos y conocidos. Me gusta mucho conversar con los libreros, intercambiar opiniones… La competencia que sufrís los pequeños es feroz y por ello creo que es también responsabilidad nuestra, de todos los que de alguna manera participamos de la creación de un libro, educarnos en el funcionamiento de todos los procesos y las necesidades de todos los sectores y personas que hacen posible la existencia del libro.

P. G. : Muchas gracias por Melisande, por hacerme soñar, por darme otra razón para seguir luchando por los libros.

V.C.: Muchas gracias a vosotros.

Vanesa Casanova

Fotografía: Biblioteca de Alagón

Pequeñas editoriales, grandes libros

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Mujer sin hijo

Mujer sin hijo

Díaz, Jenn

ISBN

978-84-940939-9-9

Editorial

Jot Down Books

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«Son pocos los años que llevo como librero y muchas las emociones que vivo diariamente al descubrir obras que desconocía, así como el trabajo de varias editoriales a las que debo infinidad de momentos inolvidables. Hoy me he vuelto a enamorar de mi trabajo y ha sido gracias a Editorial Lupercalia y a Jot Down Books y a dos de sus últimas obras, “Mujer sin hijo” de Jenn Díaz y “Debo ser muy buena presa…” de Eduardo Izquierdo. Estas dos editoriales son pequeños refugios editoriales con un carácter muy especial, una personalidad que desborda los márgenes de sus títulos y te conmueve con el cariño con el que tratan sus publicaciones. Leyendo “Mujer sin hijo”, la primera sensación que uno tiene es la de salir corriendo a recomendar con ansiedad la historia de estas tres mujeres y la maternidad, sus miedos y angustias ante algo que les puede cambiar la vida y su soledad ante sus decisiones y la respuesta del mundo que les rodea, un tema de actualidad tratado con elegancia. Jenn Díaz es una autora que posee un universo de una suavidad en su forma de escribir que oculta toda una carga emotiva que estalla en el inconsciente del lector y se queda grabada. Ya consiguió algo similar con su anterior obra “Belfondo” y ahora, gracias a JDB constatamos que es una autora a la que no podemos dejar sola. Esperamos con ansiedad a marzo, cuando publicará su próxima novela, esta vez de la mano de Editorial Lumen,

Mujer sin hijo” ha descansado esta noche junto a mí, en el interior de la mesita de noche. Pero ha descansado solo unas horas, ya que hoy, alguien al que llamaban el cabrero, ha estallado en mi librería haciéndome pasar uno de los ratos más divertidos de estos últimos días. La vida de este cantaor “Debo ser muy buena presa…” merece un hueco importante estas navidades, una pequeña joya casi fronteriza. La cubierta de este título lleva impreso el polvo de toda una vida, la rebeldía y el carácter de alguien indomable contado de una manera ágil que te gustaría que durase mucho más. Nunca había tenido la sensación de saber a qué suena la voz de un personaje literario, pero con El Cabrero me ocurre que deseo saber cada entonación de su frases, cada gesto. Para esos lectores que buscan literatura independiente, les recomendaría que probasen con estos títulos y con el resto del catálogo de Lupercalia y JDB, una verdadera aventura literaria.»

Debo ser muy buena presa, cuando tengo tantas escopetas apuntándome” se basa en la vida de El Cabrero, un cantaor de flamenco singular, un tipo fuera de lo común; encarcelado, perseguido, vilipendiado, pero también admirado y querido, cuyo aspecto recordaba a las películas de Sergio Leone, al spaghetti western y La muerte tenía un precio. Inquebrantable, indomable, un hombre que se hizo a sí mismo en medio de la niebla de la transición democrática, en la que la libertad de expresión aún era solo una utopía. Eduardo Izquierdo (Barcelona, 1975) es periodista y redactor de revistas como Ruta 66, Mondosonoro o Efe Eme, exdirector del portal de rock Sonicwave magazine y director del programa de radio Sentido Común y Prefiero Una Jukebox.

Mujer sin hijo” se desarrolla en una sociedad distópica en la que se presiona desde las instituciones por cuestiones demográficas para que las mujeres tengan hijos, “Mujer sin hijo” narra las vivencias de tres chicas jóvenes conectadas por la sangre y por el destino, a las que la maternidad en potencia o en acto transforma sus vidas. Con un tono que se desplaza entre la melancolía y el desasosiego, y un estilo narrativo sencillo pero absorbente, la novela nos permite acompañar a las protagonistas más allá del miedo. Su voz, la voz de todas estas mujeres, opera en nuestras consciencias como ya lo hicieron “Vida y época de Michael K. de J.M. Coetzee o los chicos de “Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro. Jenn Díaz es una joven filóloga y escritora nacida en Barcelona en 1988. Es autora de dos novelas publicadas, “Belfondo” y “El duelo y la fiesta” (ambas en Principal de Los Libros) y ha sido recientemente fichada por Silvia Querini para Lumen, editorial en la que podremos encontrar su próxima novela “Es un decir“. Participa con un relato en “Última temporada: Nuevos narradores españoles 1980-1989“, la selección de nuevas voces que ha realizado Alberto Olmos para Lengua de Trapo. También aparece en “Bajo Treinta”, una antología de escritores de menos de treinta años publicada por Salto de Página. Desde hace algunos años publica el blog Fragmentos de interior donde podemos encontrar relatos, poesía y fotografía. Es subdirectora de la revista literaria Granite & Rainbow y colaboradora habitual de Jot Down Magazine donde escribe sobre mujeres.

Pedro González, Librería Hipérbole (Eivissa)

Un recuerdo a Stefan Zweig

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El austríaco Stefan Zweig, setenta y un años después de su muerte, sigue siendo uno de los autores más recomendados, más escogidos por los lectores para pasar unos momentos inolvidables ante un libro. Un autor muy prolífico, versátil y único, un mago de la ficción y un gran biógrafo; un certero analista político y un genial creador de conmovedoras historias de amor. Un escritor que nunca ha dejado de estar presente en las librerías gracias a las constantes reediciones de sus obras por parte de varias editoriales de nuestro país y que siempre ha de ser tenido en cuenta por un buen librero (de los de oficio) a la hora de realizar una buena recomendación.

Stefan Zweig nació a finales del Siglo XIX en Viena, en una familia judía acomodada. Tuvo la enorme suerte de poder recibir una buena educación y codearse con la vanguardia cultural de su ciudad y muy pronto dio muestras de sus ambiciones literarias: con apenas 20 años comenzó a publicar sus primeras novelas y a obtener un éxito notable.

Aunque tuvo que participar en la Gran Guerra con el ejército austríaco, fue un reconocido antibelicista y lo proclamó en varias de sus obras. Ya en su madurez, comenzó a sufrir la persecución del III Reich por ser judío (poco convencido, pero judío al fin) y en cierta ocasión fue defendido por Strauss, quien se negó a eliminar su nombre del libreto de la obra que por entonces estrenaba.

Tras la prohibición definitiva de sus obras, huyó a América junto a su esposa Lotte. Una vez instalados en Brasil, convencidos como estaban de que de las ideas expansionistas de Hitler terminarían por cuajar en la Europa sumisa y decadente que tanto amaban, Lotte y él decidieron quitarse la vida juntos.

En los 61 años que vivió, tuvo tiempo de escribir joyas que no envejecen, obras de todo tipo que aguantan, como pocos autores consiguen, una reedición tras otra. Vamos a recomendaros con verdadera pasión de libreros, unas poquitas de estas obras (aunque cualquiera de las que podáis encontrar en la librería os satisfará de igual modo):

De entre todos sus ensayos destacan dos por su acertado análisis y su magia:

Reeditado recientemente por la valiente editorial Capitán Swing, Brasil, un país de futuro”, un libro que no es que no haya envejecido, sino que parece escrito ayer, en el que retrata un enorme país fértil y hermoso que puede enseñar a Europa como no caer una y otra vez.

Momentos Estelares de la Humanidad”, recuperado como gran parte de la obra de Zweig, por Acantilado es una especie de Atlas Personal de Historia Universal, en la que el autor recorre los momentos que marcaron el devenir de la historia de un modo subjetivo. Una joya que puede invitarnos a realizar nuestro propio canon de esos momentos clave.

De entre las biografías (si bien son todas estupendas), recomendamos la de Joseph “Fouché”, (Acantilado y Juventud, entre otras), un político carente de escrúpulos y moral capaz de hacer cualquier cosa para satisfacer sus ansias de poder. Un personaje muy interesante, pero que nunca fue retratado por ningún otro biógrafo, lo que hace este libro más valioso si cabe.

Entre las novelas largas, os recomendamos “La Impaciencia del corazón”, una novela deliciosa que, como si se tratara de una tragedia griega, indaga en los límites de la compasión humana, en la delgada línea que lo separa del amor. Un libro que atrapa y sobrecoge desde la primera página.

Entre las novelas breves, las maravillosas “novelettes” de Zweig recuperadas a lo largo de estos últimos años por Acantilado, y que guardan entre sí una gran similitud en la estructura (en todas las ocasiones quien nos narra la historia la ha escuchado a su vez de algún personaje en apariencia anodino), nos resulta muy difícil escoger (deberían ustedes leerlas todas). Pero hay tres que realmente se tornan especiales:

Mendel el de los libros”, que narra la mágica y trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en un café vienés.

Novela de ajedrez”, en la que asistimos a la terrible partida de ajedrez que disputan dos personas antagónicas, que muestran una diferente capacidad de resistencia ante la presión más extrema.

La obra que para este humilde librero sin duda es la mejor de todas ellas: Carta de una desconocida”, en la que asistimos a un monólogo desgarrador sobre el amor no correspondido, sobre los rincones más oscuros del corazón humano.

Javier M., Librería Canaima (Las Palmas de G.C.)

Entrevista con Santiago Tobón. Editor de Sexto piso

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Sexto piso es de las editoriales que menos flaquea a la hora de editar por la “carga” que supone tener buenas ventas. Es decir, que la sensación es que se arriesgan a editar lo que creen que se acerca a su visión cultural y sus lectores se lo agradecemos. Por ello, quisimos hablar con Santiago Tobón, su representante en España, para que nos explicará un poco de esta editorial, que trabaja a caballo con México, y para ello elegimos algunos de sus últimos títulos:

Di su nombre de Francisco Goldman
El paseante de cadáveres de Liao Yiwu
Bajo el sol. Las cartas de Bruce Chatwin
El condor y las vacas de Christopher Isherwood
Dibujos y fragmentos póstumos de Charles Baudelaire
http://www.radioejido.com/files/Programas/Atrevetealeer/122512atrevetealeer.mp3

DI SU NOMBRE

DI SU NOMBRE

Goldman Francisco

ISBN

978-84-15601-15-9

Editorial

SEXTO PISO

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El paseante de cadáveres

El paseante de cadáveres

Yiwu, Liao

ISBN

978-84-15601-13-5

Editorial

Editorial Sexto Piso

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Bajo el sol

Bajo el sol

Chatwin, Bruce

ISBN

978-84-15601-16-6

Editorial

Editorial Sexto Piso

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DIBUJOS Y FRAGMENTOS POSTUMOS

DIBUJOS Y FRAGMENTOS POSTUMOS

Baudelaire Charles

ISBN

978-84-15601-08-1

Editorial

SEXTO PISO

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Memoria Histórica con perspectiva de género: La memoria de las mujeres. Con Llum Quiñonero.

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El próximo jueves tendremos el placer de contar con la presencia de Llum Quiñonero, periodista, guionista y escritora. Ha colaborado en diversos medios de comunicación y es autora de varios libros, entre ellos Nosotras que perdimos la paz y La soldado Quiñoá y documentales, entre los que queremos destacar Mujeres del 36.

Con ella tendremos la oportunidad de recorrer la historia con mirada crítica desde el punto de vista de las mujeres, de su papel en la Historia, nuestra historia. Charlaremos sobre la guerra y el exilio, sobre la falta de libertad, pero también sobre la democracia y sobre la paz, y sobre todo hablaremos de las resistencias de las mujeres de ayer y de las mujeres de hoy.

Os invitamos a que vengáis y participéis, y entre todos y todas construyamos un espacio de recuperación de nuestra historia de manos de nuestra invitada.

Para quien quiera saber más, la página web de la autora es: http://www.llumquinonero.es/

Nosotras que perdimos la paz

Nosotras que perdimos la paz

Quiñonero, Llum

ISBN

978-84-95440-68-6

Editorial

Foca Ediciones y Distribuciones Generales

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La soldado Quiñoá

La soldado Quiñoá

Llum Quiñonero

ISBN

978-84-9734-125-7

Editorial

La Esfera de los Libros

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Lectura de poemas y encuentro con Darío Jaramillo

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Jueves, 11 de abril de 2013 19:30 horas. Madrid.

Lectura de poemas y encuentro con el poeta Darío Jaramillo.

Poeta, novelista y ensayista colombiano nacido en Santa Rosa de Osos, Antioquia, en 1947. Realizó estudios de bachillerato en Medellín y posteriormente, se graduó como abogado y economista en la Universidad Javeriana de Bogotá. Durante años, desempeñó importantes cargos culturales en organismos estatales y fue miembro de los consejos de redacción de la revista Golpe de Dados y de la fundación particular Simón y Lola Guberek. De su poesía se han hecho tres reediciones completas: 77 poemas (Universidad Nacional, 1987), 127 poemas (Universidad de Antioquia, 2000) y Libros de poemas (Fondo de Cultura Económica, 2003); y cinco selecciones parciales: Antología poética (1991 ), Cuánto silencio debajo de esta luna (1992), Razones del ausente (1998), Aunque es de noche (Pre-Textos, 2000) , Del amor, del olvido (Pre-Textos, 2009).

Antología de crónica latinoamericana actual

Antología de crónica latinoamericana actual

Jaramillo Agudelo, Darío

ISBN

978-84-204-0895-8

Editorial

ALFAGUARA

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Sólo el azar

Sólo el azar

Jaramillo Agudelo, Darío

ISBN

978-84-15297-04-8

Editorial

Editorial Pre-Textos

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Historia de Simona

Historia de Simona

Jaramillo Agudelo, Darío

ISBN

978-84-15297-09-3

Editorial

Editorial Pre-Textos

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