Más libros de la semana de Literatura

“El secreto de la hierba”, de Alejandro Melero

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El secreto de la hierba

El secreto de la hierba

Melero, Alejandro

ISBN

978-84-123378-3-9

Editorial

Tres Hermanas

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Acabo de terminar de leer El secreto de la hierba, última novela de Alejandro Melero, publicada en Tres Hermanas, y me han dado ganas de aplaudir al cerrarlo.

No me gusta escribir sobre un libro recién leído porque prefiero que las emociones reposen un tiempo y se asienten antes de hacer una reseña, pero con El secreto de la hierba voy a romper esa regla.

Y la rompo porque no he podido leer la novela como suelo hacer.

Conforme iba leyendo no podía evitar parar de leer y viajar en el tiempo hacia mis propios recuerdos.

Quizás porque la historia transcurre en un pueblo que no se nombra, porque no hace falta, pero yo sé que es Canjáyar, en Almería, el pueblo de mis padres, el pueblo donde pasé los fines de semana y las vacaciones de mi infancia.

Quizás porque Alejandro es capaz de contar una historia que ha nacido en su imaginación pero que haces tuya porque casi todos tenemos un pueblo y una infancia ligada a él.

En algún momento de nuestra infancia, sobre todo los que ya tenemos algunos años, hemos tenido constancia de que en nuestra familia había un secreto que los mayores casi habían olvidado a fuerza de silenciarlo, de mantenerlo oculto.

Las personas olvidamos.

Pero la hierba, lo que se esconde bajo ella, no olvida.

De algún modo todo lo escondido sale a la luz algún día, y ese día dejas de ser un niño para siempre.

Rafael CalvacheLibrería Nobel (Almería)

“Lector cómplice” de Javier Lostalé

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Lector cómplice

Lector cómplice

Lostalé Alonso, Javier

ISBN

978-84-18239-20-5

Editorial

Athenaica Ediciones Universitarias

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Sería una temeridad que el mundo dejara de escuchar a los/as poetas, y sería poco natural que sucediera, aunque la mayor parte de la humanidad sienta una perfecta indiferencia ante ellos, e incluso empiece a adivinarse una pequeña corriente de desprecio, de desprestigio (algo en lo que los propios poetas tendremos alguna responsabilidad). Para contribuir a contrarrestar cualquier posible tentación de descrédito de la poesía, Javier Lostalé es, entre nosotros, uno de sus más tenaces y constantes divulgadores en España, y decimos lo del “divulgador” en el sentido más heroicamente digno del término: lleva décadas en ello, desde la propia creación, y desde la crítica, y desde el periodismo, y su figura es la de alguien que, aparte del rigor y, sobre todo la pasión, se ha convertido en un activista de la amabilidad.

Lector cómplice, un pequeño tratado publicado ahora, es un libro misceláneo donde Lostalé ofrece varios pequeños y diversos textos sobre poesía y poetas. Sirve también de recordatorio, en lo que tiene de estupenda colección de citas, y su intención es la de recuperar grandes y poderosas opiniones sobre poesía, para a continuación aportar las propias. Se habla sobre las condiciones de la inspiración (“exige un tiempo en el que el poeta pueda leer la vida hasta despertar su música más secreta”), se indaga en el propio lenguaje (“las palabras son apátridas que nos otorgan patria”), se ofrecen opiniones originales sobre algunos poetas principales (“Juan Ramón Jiménez es más que un ejemplo para los que creen en la poesía como el más profundo cultivo del yo”), se recuerda a ilustres amigos personales como Vicente Aleixandre (y “su corazón extendido”) o Rafael Pérez Estrada (“una constante explosión controlada”) y, sobre todo, se amplía la filosofía de la lectura: Javier Lostalé ha sostenido siempre como un lema aquello de que “quien lee vive más”, y aquí llega más lejos, y siempre con razón y agudeza: “Llega un momento en que hasta en nuestra mirada y en nuestros gestos se percibe que somos lectores”. Y nunca habíamos leído tan bien dichas algunas cosas verdaderas: “La lectura es el mejor antídoto contra la soberbia y la vanidad. El solo hecho de asomarnos a la creación literaria a través de los siglos nos hace tomar conciencia de nuestra pequeñez, de la imposibilidad, por muchas horas que convivamos con los libros, de ir más allá del umbral de todo lo que nos ofrecen”.

De Shelley a Julia Uceda, de Rilke a Pere Gimferrer, de Eliot a Pureza Canelo…, aquí encontramos una estimulante reunión de poetas cuyas opiniones, ordenadas, forman una “ideolojía” (por decirlo a la particular manera de Juan Ramón Jiménez). Qué importante es el orden interno de un libro, incluso en los libros “de varia lección”, y qué importante también la estructura, la coherencia, el destino único de lo que se dice. Y en Lector cómplice se da: es un libro con destino propio consagrado a celebrar un destino superior, sublime, trascendental: “No necesitamos que un libro nos cuente una historia, basta con que en sus páginas, de pronto, haya una ascensión muy secreta que nos encienda la dicha de vivir, o que la música del texto sea una contraseña para habitar lo más oscuro hasta hacerlo brillar”.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan‘.

 

“El Gabinete de los Ocultistas”, de Armin Öhri

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El Gabinete de los Ocultistas

El Gabinete de los Ocultistas

Ohri, Armin

ISBN

978-84-17553-59-3

Editorial

Impedimenta

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Verano y novela policíaca o thriller parecen dos términos que entrelazan sus dedos a la perfección a la hora de consolidarse como la pareja perfecta para los anhelados días de mar, arena y despreocupación. De hecho son múltiples y variadas las publicaciones que abarrotan las estanterías de nuestras librerías de confianza prometiendo crímenes trepidantes y misterios que nos harán devorar, ansiosos, las páginas de nuestro preciado tesoro titubeante aún en nuestras manos.

Lo que quizá nos cuesta más imaginar es que Impedimenta, una de las editoriales con el catálogo más flexible y versátil que podemos encontrar, abogue por una de estas fórmulas de éxito y, al mismo tiempo, que la calidad sea la suficiente para mantener la cabeza bien alta frente a la vorágine de publicaciones en esta línea. Esta novela demuestra que se puede aunar esa incertidumbre que no te permite despegar los ojos del papel y, al mismo tiempo, que la trama no se precipite al abismo, víctima de la prisa y la carrera hacia el efectismo.

El Gabinete de los Ocultistas de Armin Öhri, publicado originalmente en 2014 y recuperado por Impedimenta en este 2021 (en traducción de Elisa Martínez Salazar), reúne la mezcla milimétrica entre un tempo preciso que, a su vez, permite la cadencia que gota a gota se desliza por el labio de la historia en dirección hacia el expectante labio del lector.

Si con La musa oscura, publicado en 2016, conocimos por primera vez a los jóvenes Julius Bentheim y Albrecht Krosick, en este segundo caso volveremos a acompañarles en la resolución de unos asesinatos, a priori, fruto de unas secretas y malditas sesiones de espiritismo.

Uno de los puntos fuertes de la novela son precisamente los espacios vacíos, silenciosos, que van sucediendo a los instantes previos al desastre. Lo velado es más clarificador que lo que se expone a la plena luz. Con un estilo elegante, que permite también sus momentos de ironía y frescura, Öhri plantea una trama policíaca que va descubriendo sus trucos poco a poco y que además se va intercalando con otros momentos que nos ayudarán a contextualizar no sólo el paisaje del tiempo de la novela, sino también algunas aristas importantes para el despliegue de sus personajes.

El sutil trazo de unos personajes carismáticos, cuyo valor reside en su personalidad y en el reconfortante hecho de que no caminan tres pasos por delante de ti, que eres capaz de descubrir a través de sus ojos lo que ante los tuyos aún no había sido capaz de materializarse.

Sin duda, una novela que hará las delicias de aquellos que buscan una lectura adictiva pero que no quieren renunciar a una narración de calidad, tal y como Impedimenta nos tiene acostumbrados.

Cristina Contreras, La Montaña Mágica (Cartagena, Murcia)

“Guayacanal” de William Ospina

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Guayacanal

Guayacanal

Ospina, William

ISBN

978-84-397-3699-8

Editorial

LITERATURA RANDOM HOUSE

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Nos llega una nueva remesa de libros a nuestra pequeña librería, la abrimos y vamos vaciándola ejemplar a ejemplar. Enseguida nos llama la atención este título. No conocemos al autor, no sabemos nada de él, pero lo separamos del resto de libros. Se trata de Guayacanal de William Ospina. Empezamos a leerlo y… sorpresa.
Desde el principio nos atrapa su escritura, nos embauca una narración que nos hace dudar si se trata de una autobiografía o es mera ficción. Aún, finalizado el libro, andamos en esa duda.
El protagonista, que parece ser el propio autor, inicia o, mejor dicho, quiere iniciar una vez más un viaje hacia las altas tierras que acogieron a sus abuelos cuando emigraron en busca de una mejor vida.
Estamos en Colombia, en las difíciles, agrestes y empinadas cumbres del altiplano. Terrenos duros poco aptos para el laboreo, aldeas perdidas en las inmensidades solitarias. Allí, ahí, es donde sus abuelos inician una nueva vida.
Ospina sube a esas tierras, encuentra esas aldeas donde las voces de los antiguos le cuentan viejas historias de desprendimientos de personas y animales rodando hasta el caudaloso río del fondo del barranco. Historias de amores y casamientos, historias de música fiestera en las pocas ocasiones señaladas. Historias de santería y asesinatos.
¿Es Ospina el protagonista o es todo ficción? No lo sabemos. ¿Quiénes son entonces esas personas que aparecen en las fotos? ¿No son acaso sus abuelos, él con semblante adusto y ella seria, pero segura de sí misma? ¿No son acaso sus tíos y sus pequeñines sobrinos quienes aparecen retratados en día de fiesta, disfrutando de uno de los escasos días sin trabajo?
Tanto nos ha sorprendido y gustado William Ospina que ya tenemos preparada sobre nuestra mesilla de noche otra obra suya.
Pura literatura. El goce de la lectura.

Rodrigo Gallero Galván, Librería Machado (Coín, Málaga)

“La sirena negra” de Emilia Pardo Bazán

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La sirena negra

La sirena negra

Pardo Bazán, Emilia

ISBN

978-84-18440-09-0

Editorial

Nocturna Ediciones

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Tras salir de una representación teatral donde, según se nos dice, se ha reflexionado sobre “la alegría de vivir”, Gaspar de Montenegro, un joven adinerado, solitario y (como adelantaba su nombre) un poquito cenizo, comienza (o continúa) una meditación más o menos profunda al respecto, una valoración general sobre el sentido de la vida que le lleva a enfatizar su pequeña fobia social, a enfrentarse con su rígida hermana, a espantar pretendientas y a adquirir hábitos o tomar decisiones que escandalizan levemente a los círculos más rancios entre los ambientes mejor acomodados de Madrid. Nos cae bien por ello, por ser tan independiente como su creadora, pero esa simpatía viene matizada por su exceso de señoritismo, por su pulcritud despectiva, por sus amaneramientos (DRAE: “Amaneramiento: Falta de naturalidad, espontaneidad o variedad en el estilo artístico, el lenguaje, los gestos o los modales”).

No podemos destripar nada, porque aquí hay mucho de novela de tesis, sí, pero sobre todo es una novela de trama, aunque sí avisamos de que, como el título anuncia, el argumento se va deslizando capítulo a capítulo hacia zonas escabrosas, medio tétricas y hasta un poco sobrenaturales (aunque todo tiene una explicación psicológica). Acierta la contracubierta al avisar de que en esta novela, publicada en 1908, Emilia Pardo Bazán se desprende bastante del naturalismo y se entrega a lo simbólico. En su leidísimo, reeditadísimo e influyente Novelistas buenos y malos, el jesuita Ladrón de Guevara desdeñaba a doña Emilia por “caer en el realismo deshonesto y, en alguna novela, hasta en el determinismo”: en La sirena negra hay posiblemente más de lo segundo que de lo primero, a no ser que las excitaciones psicológicas, las crisis anímicas y espirituales, las obsesiones de uno u otro signo o las alucinaciones y los sueños sean también materia prima del “realismo”, como sin duda lo creía Pardo Bazán. Lo que básicamente se viene a defender es que la realidad es muy compleja, y, como por esas fechas defendía ya Freud, lo que sucede por dentro de nosotros no sólo es perfectamente real, sino que tiene evidentes consecuencias constantes en la realidad superficial y exterior.

Creíamos que conocíamos bien la obra de Emilia Pardo Bazán y de repente Nocturna nos devuelve esta novela poco difundida, extraña, incómoda y epilogal, no sólo, relativamente, en la bibliografía de la autora sino en sí misma, por su tema y su tono. Sin duda hay que añadir La sirena negra a la lista de numerosas novelas europeas que expresaban el inmenso aturdimiento ante la modernidad, los conflictos provocados por los contrastes sociales (pero no conflictos colectivos, sino conflictos privadísimos), el desconcierto ante un mundo nuevo que estallaría cinco años después de su aparición.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan‘.

“Sub Luce Maligna” de Gonzalo Fontana Elboj

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SUB LUCE MALIGNA

SUB LUCE MALIGNA

Fontana Elboj, Gonzalo

ISBN

978-84-121551-6-7

Editorial

EDITORIAL CONTRASEÑA

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Malos tiempos para el ‘memento mori’. Sobre todo, si son veraniegos, como los presentes. Que en plena explosión de luz y vida, las mesas de novedades de las librerías alberguen un libro de ultratumbas y misterios constituye una auténtica provocación. A uno le gusta el barro literario y entra al trapo. Es imposible resistirse a no tomarlo entre las manos y observar perplejos la terca calavera que, coronada con el laurel que los antiguos reservaban a los mejores, ilustra su portada. Sub luce maligna. ¿Cómo demonios –nunca mejor traída la expresión– se le ha ocurrido a alguien un
título tan bueno?
El autor, que por dedicación académica frecuenta al inmortal Virgilio y a otros próceres de las letras latinas, cuenta que el héroe de la Eneida, al asomarse a las puertas del infierno, caminaba bajo una luz malvada y misteriosa, presagio de un nuevo orden de realidad al que nosotros, para entendernos, llamamos el “más allá” o el mundo de “lo sobrenatural”. Estos conceptos, nos advierte el profesor Fontana en el prólogo –imprescindible–, forman parte de nuestra cosmovisión ilustrada y “desencantada” (en la estela del sociólogo Max Weber), pero son por completo ajenos a los romanos, a los ciudadanos de eso que hemos dado en llamar “el mundo antiguo”.
Porque es de esos romanos de carne y hueso, de los hombres y mujeres del ayer, de los que habla este libro. De sus miedos y temores, pero también de sus sentires y deseos, quizás no tan diversos de los nuestros. Y de cómo convivían con naturalidad con espectros, casas encantadas, licántropos o muertos vivientes. De esa sorprendente complicidad entre vivos y muertos dan cuenta las más de trescientas páginas de este libro. En ellas, el autor ha seleccionado y traducido –con un estilo erudito y elegantísimo que se agradece– una batería de textos de diversos géneros y épocas de la literatura latina que, salpicados con introducciones y notas aclaratorias, ofrecen al lector un conjunto tan enjundioso como entretenido.
Éste no es un libro de terror, aunque aborde asuntos terroríficos, porque el mundo antiguo desconocía la literatura de este género. Las consideraciones por parte del autor acerca de la etiología de la literatura de terror en época reciente, así como el sentido de las prácticas mortuorias, encantamientos y otros fenómenos similares, ampliamente descritos en los textos traducidos, constituyen un acercamiento al mundo antiguo que, paradójicamente, revela aspectos ocultos e inquietantes de nuestro hoy. Y así, tras leer esta “antología de textos de la antigua Roma sobre criaturas y hechos sobrenaturales” y el impagable prólogo –que por sí solo merecería una publicación independiente–, uno no puede dejar de preguntarse si acaso la Modernidad haya arrumbado con demasiada ligereza aquel mundo de fantasmas, brujas y monstruos. Porque, como Gonzalo Fontana nos recuerda, “hay en la condición humana un malestar primordial, el enemigo de la propia vida, en el que habita una angustia sin nombre ni dimensión, un monstruo antiguo que es el maestro y el señor de todas las cosas y que es, de hecho, más terrible que el propio miedo” (p. 29). Que la lectura es un ritual con el que conjuramos los miedos es sabido de sobra por quienes frecuentamos los templos de tinta. Así que la lectura de Sub Luce Maligna, que contempla los miedos de los antiguos con rigor y respetuosa ironía –también hay que decirlo–, se nos brinda desde luego como un ritual aún más eficaz, incluso en el verano. No duden en acercarse, bajo la guía protectora de una prosa lúcida, inteligente y divertida, al encuentro de licántropos, zombies y demás congéneres. No saldrán espantados, se lo aseguro.

Juan Francisco Comendador, Librería Ars (Zaragoza)

“Facsímil”, de Alejandro Zambra

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Facsímil

Facsímil

Zambra, Alejandro

ISBN

978-84-339-9912-2

Editorial

Editorial Anagrama

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Escribir un libro sorprendente, “original”, distinto… es relativamente fácil. Lo dificilísimo y meritorio es que siga siendo asombroso varios años después de su publicación, que retenga toda la potencia de su aparición, que no se pierda o se disuelva en la anécdota de su forma, que su apuesta siga vigente, que no caduque pronto, que no se olvide, que al cabo de poco tiempo no dé exactamente igual.

El año pasado se publicó Poeta chileno, de Alejandro Zambra, y fuimos varios los que defendimos que se trataba de la mejor novela en español editada en 2020, una preciosa bomba de ternura y malicia, de inteligencia y sentimentalidad de la buena, de gracia y de talento. Aquella novela venía a confirmar, por si hiciera falta, la adicción que muchos tenemos ya a la literatura de Zambra, casi un género literario en sí mismo, reconocible siempre a pesar de la diversidad de sus planteamientos. Alguien que debutara con el arriesgadísimo Bonsái (un salto mortal de setenta páginas), o que dio verdaderas lecciones de literatura en Tema libre (pero en todas sus novelas hay buena teoría literaria, y en todos sus ensayos se agazapan audacias, toqueteos con la ficción…), nos lanzaba en Poeta chileno un libro de mayor aliento, una primera obra maestra que pudiera dinamitar los recelos de los dubitativos, de los inseguros, de los exigentes que se pasan de lentos, de los tibios del “sí, se defiende en las formas breves pero habría que verlo en una novela larga”… Bueno, pues lo vimos, y fue deslumbrante.

Ahora Anagrama ha recuperado Facsímil, un libro de 2014 que pudimos leer en Sexto Piso, y por eso decíamos, al releerlo, lo primero que hemos dicho allá arriba. La estructura del libro es, según se nos explica, la que tuvo durante décadas lo que fue, para entendernos, “la Selectividad chilena”, el extraño examen al que cientos de miles de jóvenes tuvieron que enfrentarse si querían pasar a la Universidad. Y como suele suceder con los exámenes, este libro va de menos a más: al principio se va tanteando al examinando, al lector…, para poco a poco ir aumentando la intensidad e ir entrando en terrenos más frondosos. Las tres primeras partes del libro pueden llegar a impacientar a quien lo lea, pues el ingenio de Zambra, siendo inmenso, no es tan sobrehumano como para que todos entremos en el juego o nos sintamos cómplices de un modo de literatura que, por su dependencia de la forma del examen, adquiere más bien la forma de pasatiempo, de curiosidad divertida pero también insuficiente. Tanto al ayudar a Zambra en el “Término excluido” (lo que por aquí llamábamos el “Táchese lo que no proceda”), tanto el “Plan de redacción” (ordenar acontecimientos para que adquieran su mejor sentido) como en el “Uso de ilativos (completar huecos son palabras), nos entretenemos y sonreímos, pero también intuimos que sólo se nos está “calentando” o preparando para poder pasar a zonas más nutritivas, a “preguntas” que nos darán más puntos. Y así sucede, exactamente: la parte cuarta (“Eliminación de oraciones”) y, sobre todo, la quinta, “Comprensión de lectura”, son las que justifican más que plenamente este libro: en la primera hay verdaderos cuentos, o al menos microcuentos, sólo que amoldados a una forma insólita (el 65 es, por ejemplo, magistral), pero es en la última donde Zambra publica tres cuentos geniales, con el añadido del apéndice de “Ejercicios”, los cuales son imprescindibles para culminar el juego de unos cuentos que ya podrían haber funcionado independientemente sin ningún problema. En el caso del cuento titulado (o, mejor, no-titulado) “Texto nº 2”, estamos ante una maravilla, un cuento magnífico (sobre el retraso de la ley del divorcio en Chile) que, sin embargo, queda no complementado sino efectivamente completado con el cuestionario, que multiplica la gracia y las posibilidades de lo leído. En el último cuento del libro el cuestionario llega aún más lejos, y es casi más importante y mejor que el texto sobre el que indaga, y donde el poder humorístico de Facsímil llega a lo más alto. Con lo extraordinariamente difícil que es el humor en la literatura, qué fuerza cómica logra Zambra, qué capacidad para hacer reír sin descuidar en ningún detalle la calidad (y sin que los temas que trata -la dictadura de Pinochet, la paternidad negligente o herida…- pierdan la gravedad).

Como sucede, pues, en los exámenes, quien persevera sale premiado. Que nadie abandone en los primeros compases, pues se perderá la gloria de la segunda parte, esos dos tercios del libro que comienzan en la página 43 y que nos devuelven al Zambra más inspirado, ese con el que congeniamos automáticamente, ese del que es imposible no sentirse afín, ese del que siempre querremos leerlo todo.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan

“Tengo miedo torero” de Pedro Lemebel

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Tengo miedo torero

Tengo miedo torero

Lemebel Pedro

ISBN

978-84-122440-9-0

Editorial

EDITORIAL LAS AFUERAS

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Es imposible fijar la imagen de Pedro Lemebel, siempre en los límites y del lado de la marginalidad. Artista, activista y escritor, siempre luchó con su voz y su cuerpo para hacer una fuerte denuncia política y social. En Tengo miedo torero nos situamos en el 86, cuando las calles de todo Chile ardían de rabia por las continuas desapariciones bajo la dictadura de Pinochet y las aún más continuas cargas y represiones policiales. Con una prosa que nace de los lugares más recónditos del sufrimiento humano, Lemebel narra la historia de la Loca del Frente revistiéndola con flores, oropel y encajes, así como de Carlos, militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con el que entabla una relación. En el otro lado están Pinochet y su mujer Lucía, cuya intimidad pinta Lemebel llena de ironía, riquezas y banalidades.

El verso de la canción de Sara Montiel que da título a la novela es toda una declaración de intenciones para unas páginas que se sumergen en lo popular usándolo como arma de combate de la disidencia, afirmando una identidad que va en contra de lo establecido. No nos queda más que celebrar una vez más esta nueva edición que, con suerte, devolverá a Pedro Lemebel el importante papel que merece en la literatura latinoamericana.

Nacho, Gonzalo y AlfonsoTipos Infames (Madrid)

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