Más libros de la semana de Literatura

“Mapocho” de Nona Fernández

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Mapocho

Mapocho

Fernández, Nona

ISBN

978-84-120920-9-7

Editorial

Editorial Minuscula

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Nona Fernández Siles (Santiago de Chile, 1971) es una reputada escritora y actriz que cuenta en su haber con varios textos teatrales, cuentos y novelas que han obtenido diversos premios. El año 2018, cuando la editorial Minúscula (una de esas editoriales exquisitas que siempre hay que tener en cuenta) publicó Chilean Electric y tuve el placer de leerla, supe que acababa de descubrir una nueva autora de referencia. Me lancé, entonces, a la búsqueda y captura de sus obras y leí con asombro Voyager y La dimensión desconocida, ambas publicadas por Random House en nuestro país. Totalmente subyugada por la escritura de la chilena, al ver un nuevo título en las novedades me abalancé, voraz, sobre él. Así, impaciente y fascinada, leí Mapocho, reeditada en Chile en 2019 y republicada en España, de nuevo por Minúscula, en septiembre de 2020.

Mapocho es el nombre de un río que nace en la cordillera andina y atraviesa durante algo más de treinta kilómetros la ciudad de Santiago de Chile, la ciudad cuyas calles quedaron sin volver a pisar tantas personas. Un río que arrastra los desechos de la capital chilena hasta el río Maipo, que culmina en el Pacífico. Un río, como tantos otros, que la acción humana ha convertido en un flujo “hediondo”, o, en palabras de la autora: “El Mapocho es hediondo, está lleno de caca y de muertos, lo sé, pero dicen que al final se encuentra el mar” (p.175).

Mapocho es, también, el título de la primera novela publicada por Nona Fernández Siles (en 2002) y que ahora vuelve, apenas modificada, a estar disponible para la lectura en nuestro país. La novela se estructura en cuatro partes que llevan los títulos de Cabezas y ombligos, Diablos y muertos, Padres y guachos y La Rucia y el Indio, a las que se suma un breve texto de la autora, escrito para esta edición con el título de Hechizo de mierda (a modo de epílogo). Cada parte se divide en varios capítulos, sin título, y en todas ellas la narración se desarrolla en un lenguaje coloquial, ajeno a lo académico y plagado de “chilenismos” que contribuyen a enriquecer el texto y darle veracidad. La historia es la de la Rucia y el Indio, hermanos que vienen de: ”La misma tripa hedionda, el mismo hoyo que almacena pelusas y mugre” (p. 24). Es, también, la historia de la madre y el padre (Fausto), la de la agüela, la del barrio. Es la historia de una casa, de una ciudad, de un río y sus puentes, de padres y presidentes: la historia de Chile, la otra historia, la que mira la cara oculta, las voces silenciadas, las vidas y las muertes de quienes habitan sitios a los que hasta la Virgen del Cerro, la que “vino de Francia” da la espalda: “(…) Cada vez que te pierdas, Rucia, recuerda que vivimos mirando el poto de la virgen. La doña no tiene ojos para nosotros, solo mira a los que están del otro lado del río, así es que mientras el resto de la ciudad le reza a su cara piadosa, nosotros nos conformamos con su traste, que por lo demás no está nada mal, todo blanco y de loza, todo casto y puro, el poto de la virgen” (p. 28).

Mapocho es una novela que fluye sin estancarse, que narra desde lo concreto las mentiras de la Historia oficial, que reivindica, que grita, que pone voz a quienes no la tienen, que exige justicia. En estos momentos en que se debate en nuestro país la necesidad de una Ley de Memoria Democrática leer Mapocho es leer nuestro pasado silenciado y escuchar a nuestros muertos porque: “El pasado tiene la clave. Es un libro abierto con todas las respuestas. Basta mirarlo, revisar sus páginas y abrir los ojos con cuidado para caer en cuenta. El pasado es un lastre del que no hay cómo librarse. Es mejor adoptarlo, darle un nombre, aguacharlo bien aguachado bajo el brazo, porque de lo contrario pena como un ánima con los rostros más inesperados. Tortura con la forma de un olor, de una música, a veces de un sueño” (pp. 191-192).

Lean Mapocho. Démosle una oportunidad al futuro.

Izaskun Legarza Negrín, Librería de Mujeres de Canarias (Santa Cruz de Tenerife)

 

 

 

 

“Madres e hijos” de Theodor Kallifatides

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Madres e hijos

Madres e hijos

Kallifatides, Theodor

ISBN

978-84-18218-57-6

Editorial

Galaxia Gutenberg

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“Mi madre es mi patria. Cuando la pierda, perderé mi patria”… Theodor Kallifatides se pone tierno en esta narración que gira en torno a su madre, como sólo un hijo, una hija, puede hacerlo con su madre anciana, y, por lo tanto, se deduce, alcanzada cierta edad. Sus viajes a Grecia poseen para él ese doble sentido de regreso: a su patria y a su madre, vertebrado en un único y poderoso sentimiento de pertenencia. El autor nos cuenta un viaje de siete días a su Grecia natal para visitar a su madre, un viaje que suele realizar una vez al año desde Suecia, país en el que vive desde hace más de cuarenta años. Esta vez le acompaña también la lectura sosegada del relato que su padre escribió a petición suya poco antes de morir, en el que cuenta, de manera excepcional, los avatares de su vida. La ternura y añoranza que normalmente despierta el regreso a su país se desbordan con el añadido de esa parte desconocida de su padre. Su país, su ciudad, su madre y su pasado, es decir, el principio de todo: volver. Y si, como dice, “lo pasado es lo único que tenemos”, el regreso se convierte siempre en el encuentro con uno mismo, con una identidad inequívoca y esencial que se abre como una herida en cada paseo por las calles atenienses, en cada instante vivido junto a su madre.

La casa materna es el último refugio donde madre e hijo comparten comidas y cafés, recuerdos, confidencias y risas, miradas y silencios. Una forma de complicidad que estrecha ese vínculo íntimo, invisible e inviolable aun en la distancia. Es la celebración del reencuentro, en el que ninguno puede obviar la posibilidad cada vez más real de una última vez. Con un tono nostálgico, un lenguaje sencillo y entrañable, Kallifatides recupera con casi infantil entusiasmo y benevolencia su condición de niño mimado por las atenciones de su madre, y anticipa de alguna manera el vacío de su muerte. Un hilo invisible quedará colgando y ya nada será igual. Cuando eso suceda, volverá (o no) a Grecia, la que fue su patria, y se reencontrará con un pasado que sentirá inevitablemente más lejano y ajeno que nunca. La frase con la que cierra el libro: “Eso es lo que significa tener una madre. Siempre llevas dentro un principio”, maravillosa, encierra en sí misma la esencia del relato.

Olivia Lahoya Cuende, Librería Estudio (Miranda de Ebro, Burgos)

“Stella” de Takis Würger

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Stella

Stella

Würger, Takis

ISBN

978-84-18107-29-0

Editorial

SALAMANDRA

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Stella, de Takis Würger, narra un año en la vida de Friederick, un joven suizo de padres acomodados que decide pasar una temporada en el negro Berlín de 1942. Su intención es “separar los rumores de la verdad” y ver con sus propios ojos si son ciertas las noticias acerca de la persecución de la población judía por parte de las autoridades del Tercer Reich.

Llega a un Berlín oscuro, donde casi todo está prohibido, unos siniestros guardias urbanos patrullan las calles pidiendo la documentación a los viandantes de forma arbitraria, falta todo tipo de alimento e impera el mercado negro. Decide frecuentar la escuela de Bellas Artes y allí conoce a Kristin, una chica alemana enigmática, tan imprevisible y atrevida que le descubre la vida nocturna clandestina, los excesos del alcohol, el sexo y un mundo de afectos y sensaciones que le eran del todo desconocidos. Pero, con ella, es también testigo de la terrible situación en la que se encuentran los judíos en Alemania. Es entonces cuando se da cuenta de que nada es lo que parecía ser y cae en una vorágine de decepción y cierta sensación de culpabilidad.

A nivel formal, la novela, breve, se organiza en doce capítulos, uno para cada mes que Friederick pasa en Berlín. Cada capítulo consta de tres planos narrativos. El primero, con el que arranca cada capítulo, narra de forma aséptica y distante qué estaba ocurriendo en el mundo ese mes en el terreno político, cultural, social o científico. El segundo plano nos cuenta las experiencias del protagonista en la ciudad alemana durante el mismo mes. El tercer plano, con el que se cierra cada capítulo, consiste en la transcripción, en cursiva, de un fragmento de unos expedientes judiciales cuyo significado iremos entendiendo conforme avanza la historia. Se trata de documentos reales, actualmente conservados en el archivo histórico de Berlín.

Mientras la novela avanza, el joven va descubriendo lo que hay detrás de la fachada del régimen nazi, detrás de las banderas gigantes y los lemas altisonantes; le quita el velo a todas las mentiras que lo tenían engañado.

Chiara Delle Donne, Librería Diógenes (Alcalá de Henares, Madrid)

“Ella dijo Destruye” de Nadia Bulkin

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ELLA DIJO DESTRUYE

ELLA DIJO DESTRUYE

Bulkin Nadia

ISBN

978-84-949232-8-9

Editorial

LA BIBLIOTECA DE CARFAX

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Imaginad un mundo donde los muertos permanecen junto a los vivos, durmiendo en la misma cama, o sentados en su sillón favorito. Siempre distantes, ausentes, como carcasas huecas de lo que una vez fueron. Esperan en silencio a que un viejo petrolero reconvertido los lleve a Zurichia, un continente exclusivo para los muertos. Imaginad ahora que algunos de estos cadáveres se niegan a partir y acaban corrompidos y transformados en espíritus oscuros llenos de hambre y furia llamados sangrantes.

Como concepto, un más allá como espacio físico, fronterizo al nuestro, y con problemas de superpoblación, ya da una idea de lo alto que vuela Nadia Bulkin en sus relatos. En los otros doce que componen el volumen vas desgranando joyas absolutas del género, cuentos tenebrosos que parecen desarrollarse en limbos donde las leyes de la física se han suspendido temporalmente, donde el chamanismo más salvaje o la magia más sangrienta posee efectos físicos tangibles.

En su conjunto, los trece relatos son un constructo, un gólem armado con piezas de una orfebrería exquisita que constituye un monstruo literario casi imparable.

Ella dijo Destruye es un aullido sangriento, una caminata salvaje que deja los pies en carne viva. Su concepto del terror es tan atávico, tan visceral, que mi yo paleolítico tan sólo quería trepar a los árboles y arrojar fruta podrida a los depredadores.

Nadia Bulkin te mete en su saco y te lleva con ella a celebrar una hecatombe a algún dios alienígena de nombre impronunciable. Nadia Bulkin te hace sentir el calor de la pira y el olor de la carne. Y cuando crees que no puede sorprenderte más, se lleva a Lovecraft de turismo y reconstruye, ladrillo a ladrillo, Innsmouth en Indonesia.

La referencia al país asiático no es gratuita. Bulkin pasó su infancia a caballo entre Java y Nebraska. Sus relatos no pueden escapar a la historia reciente del archipiélago, cimentada sobre las heridas de la invasión japonesa durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, el auge del Partido Comunista de Indonesia y los genocidios perpetrados por el presidente Suharto. Son historias ancladas a una compleja situación sociopolítica, donde la rabia se entreteje con  la indignación ante la desigualdad social y la miseria. El único monstruo verdadero es el Estado.

El folclore y la mitología de la región aparecen con frecuencia. Sus bestias míticas son tan cotidianas como sus gentes, la superchería tan real como sus calles. No es extraño que un relato esté protagonizado por un dukun, un chamán local, y el siguiente por una cheerleader de alguna ciudad del medio oeste americano, enfrentada a la venganza oscura y desatada de los árboles.

Ella dijo Destruye te infecta como un puñado de insectos anidando en tu cabeza, como un diente podrido penetrando en el hueso. Es, sin duda, uno de los mejores libros de relatos del año. De esa extraña especie de unicornio que se queda contigo y te acompaña durante mucho tiempo. Es un compañero triste, es un compañero hermoso y despiadado, pero es un compañero necesario.

Y cuando lo terminas y lo cierras, sólo queda la oscuridad, la sonrisa eterna de una calavera, que puede morder, pero no besar.

Sergio García, Librería Dorian (Huelva)

“Compro oro” de Violeta Niebla

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Compro oro

Compro oro

Niebla, Violeta

ISBN

978-84-121526-4-7

Editorial

Letraversal

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Dado que las últimas generaciones de españoles que hemos accedido a la vida adulta somos quintas bien curtidas en la inestabilidad, acostumbradas a la incertidumbre y a cierta improvisación general, es perfectamente natural que el tema del dinero, tradicionalmente poco tratado por la poesía, seguramente por considerarse un “tema bajo”, haya entrado de lleno en muchos de nuestros poemas, protagonizando a veces, incluso, libros completos.

De entre todos estos poemarios monográficos, ninguno nos ha gustado nunca tanto como el sorprendente Compro oro, de Violeta Niebla (Málaga, 1981), que es generacionalmente contundente sin dejar de ser poéticamente delicado. Sucede que ahora:

 

“Ha llegado el momento de manchar la poesía con dinero,
con esa mugre que se queda en los dedos
después de contar muchos billetes
o después de contar el mismo muchas veces.
Todos los días miro mis cuentas bancarias,
antes me miraba más en el espejo.
Ahora mis defectos están guardados en una cuenta nómina”.
Esa ansiedad que produce la inseguridad convive con la sensación de inmovilidad (“Llevo toda la vida con la misma ropa puesta“) o con la de dispersión: (“Esta tarde he pensado que quiero calcular / cuánto me cuesta vivir, / pero después / me he puesto a navegar / buscando casas en diferentes portales. // Vuelvo a procrastinar como cuando era joven, / como si tuviera tiempo“). Son consecuencias directas de la falta o la escasez de oportunidades, que hacen que la autora reflexione también sobre sus padres o sobre la abuela, de modo que el libro tiene también algo de un particularísimo libro familiar, o de un libro sobre la propia infancia, un balance general en el que lo más gris e incierto es el presente en el que se recuerda, se reflexiona y se escribe, a la busca de “otro instinto / como el de flotar, / como el de mantenerse en equilibrio en bicicleta“.
Y si se mira hacia delante el libro presenta una poderosa desolación, una tierra baldía muy bien expresada: “Me llevaré el vacío donde no haya vacío. / Me llevaré la nada a una subasta“. No es simple pesimismo, es una constatación de lo que hay, a día de hoy, formulado con una intensidad simbólica verdaderamente inspirada: “Mira esa casa que he levantado / para que se la lleve un huracán con nombre de niño / dentro de un año”.
Hemos leído Compro oro como una de las sorpresas más grandes de la poesía de este triturador 2020. Y la alegría de comprobar que aún hay talentos activos como el que Violeta Niebla vuelca aquí es mayor que la justificada amargura de su contenido.
Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan

“El diario de Virginia Woolf. Vol. III (1925-1930)”

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El Diario de Virgina Woolf, Vol. III

El Diario de Virgina Woolf, Vol. III

Woolf, Virginia

ISBN

978-84-120943-3-6

Editorial

Tres Hermanas

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Si no sintiera nunca estas tensiones extraordinariamente penetrantes –de desasosiego, sosiego, felicidad o malestar–, flotaría en una balsa de conformidad. Aquí hay algo por lo que luchar, y cuando me despierto por la mañana temprano, me digo a mí misma: lucha, lucha. V. W.

Hay tanto jugo que sacar a este libro… ha sido delicioso y adictivo leerlo. Hay tanta belleza escondida en sus reveladoras páginas…

La mujer, la escritora, se nos muestra en trazos cotidianos y uno siente que es excepcional poder colarse en su atmósfera como un fantasma que la persigue o como un elemento más que forma parte de la habitación, de Londres o de un paisaje, observándola, acompañándola en sus pensamientos, en sus paseos, en sus miradas.

¿Cuál es el misterio de Virginia Woolf? ¿Qué es lo que tanto nos atrapa?

¿Su valor, su sinceridad, la desnudez de sus defectos, sus batallas, sus contradicciones,  su indudable genio como escritora, su fluir, su conocimiento de la oscuridad y la profundidad del alma, su deseo fundamental de libertad?

En este diario que abarca los años comprendidos entre 1925 y 1930, años de éxito, de una gran creatividad, años de una situación económica próspera, de una fama que iba en aumento y donde la vemos buscar constantemente el equilibrio entre los deberes sociales y la necesaria soledad para poder crear, descansar y nutrirse de la experiencia de lo cotidiano, entramos en una pinacoteca en la que la artista que presenta sus obras es la propia Virginia Woolf y en la que disfrutamos de innumerables autorretratos pero también de retratos descarnados, certeros, cariñosos o feroces de su círculo familiar más cercano y de la sociedad inglesa del momento.

Asistimos en estas páginas al proceso de nacimiento y creación de algunos de sus libros más emblemáticos como La señora Dalloway, Al faro, Orlando, Una habitación propia o Las olas, asistimos a sus momentos de felicidad, a sus momentos de enfermedad, a sus momentos de tristeza o de soledad creativa, somos testigos de su infatigable deseo de ser libre, pero sobre todo lo somos de su amor por la escritura, de su constante lucha para que la literatura tuviera como tuvo, un lugar vital en su existencia, porque como escribe el 30 de diciembre de 1930, “es la literatura lo que me da mi verdadera dimensión”.

Leer estos diarios se convierte así en un aprendizaje sobre Virginia Woolf y su mundo, pero quizás eso que tanto nos atrapa cuando la leemos, es ese misterio que envuelve lo inaprensible:

“El verano se ha convertido en cenizas sin haber llegado a arder”, Virginia Woolf.

Sagrario Santamaría Martín, Librería Taiga (Toledo)

“Herejes” de Antonio Pau

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Herejes

Herejes

Pau, Antonio

ISBN

978-84-9879-972-9

Editorial

Editorial Trotta

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A la espera de que estos días llegue a las librerías su pequeño libro sobre gatos, si no lo ha hecho ya, Antonio Pau y la editorial Trotta, con quienes ha publicado gran parte de su fecunda y discreta obra, presentan su penúltimo ensayo, titulado Herejes. La trayectoria escrita de Pau comenzó con una serie de textos de carácter jurídico y de historia del derecho como corresponde a un jurista de formación. Cambió de signo con algunos trabajos de temática diversa (sobre Madrid, sobre el tango, sobre Juan Ramón Jiménez…) entre los que recordamos con mucho cariño el íntimo y esclarecedor Fijar lo fugitivo, para llegar a tres estupendas biografías, confeccionadas un poco a la manera de la que su admirado José María Valverde hiciera de Antonio Machado (aún disponible en Siglo XXI, por cierto), de tres de los grandes poetas alemanes que no pueden faltar en ninguna librería: Rilke, Hölderlin y Novalis (ay, Novalis, “…el verdadero sentido de filosofar es el de acariciar”), para terminar sorprendiéndonos el año pasado con un libro especial, Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo, una conmovedora defensa de la huida como actitud vital del que, en cierto modo, este Herejes sugiere una continuidad.

Reúne Antonio Pau en este texto un puñado de semblanzas de distintos personajes de la cristiandad, desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, que supusieron una amenaza intelectual o moral a la ortodoxia de su tiempo y que desafiaron a los poderes episcopales o al mismísimo Papa, siendo perseguidos y condenados todos ellos por las sucesivas inquisiciones. Aquí descubrimos las peripecias de monjes viajeros de la antigüedad como Valentín el Gnóstico o un tal Pelagio que sigue la pista de san Agustín, o las de prósperos negociantes medievales como Pedro Valdo que lo abandonan todo en busca de una vida verdadera (“… viven del trabajo de sus manos y se contentan con lo necesario…”); aprendemos que los dendritas eran anacoretas que vivían en los árboles o que los adamitas vagaban desnudos a la intemperie o que a los acémetas no les gustaba dormir; admiramos los bellos ejemplos rectitud y honradez de Jacob Böhme o de Menno Simons o la profundidad espiritual de maestros como Eckhart o el turolense Miguel de Molinos; y hemos descubierto, entre tantos aventureros, pues este es también un libro de aventuras, a uno de los primeros autoeditados de la historia, Andreas Bodenstein, cuya actitud nos resulta enternecedora: habiéndole prohibido Lutero publicar, el bueno de Andreas, ni corto ni perezoso, se compró una imprenta y se publicó a sí mismo. Cosas de escritores.

Para ser un hereje, no obstante, no es necesario fundar ninguna iglesia ni erigirse en mártir de ninguna causa y este es uno de los hallazgos más bonitos del libro: etimológicamente, como nos orienta Pau, herejía deriva del griego haíresis y significa, entre otras acepciones, “criterio”. Y para formarse un criterio, tarea difícil y esforzada, hoy aún más si cabe, los libros siguen siendo una de las mejores opciones.

Daniel Rosino, Librería Walden (Pamplona)

“Isolina. La mujer descuartizada”, de Dacia Maraini

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Isolina

Isolina

Maraini, Dacia

ISBN

978-84-121103-3-3

Editorial

Altamarea Ediciones

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Triste historia la de Isolina. Ya el prólogo de Paula Bonet estremece, por lo poético y por lo visual. El hatillo de trozos de Isolina abriéndose paso por la corriente del río Adigio. Una pierna, un brazo, la placenta que protegía a un feto, una cabeza encontrada un año después aún con una trenza castaña agarrada a ella.

Terrible visualizar esto, pero más espantoso ha sido después imaginar lo que le hicieron a Isolina cuatro militares del cuerpo de los Alpini en aquella habitación escondida en aquel bar de Verona. Isolina quizá era ya para ellos lo que había en ese saco, un trozo de carne del que disponer y que se podía volver muy molesto al albergar un embarazo. ¿Por qué no torturar y jugar con aquel cuerpo chepudo y frágil?, ¿a quién iban a creer?, ¿a una joven fea, pobre e inmoral como la tachaban los testimonios de la época o al honorable y noble ejército?

Dacia Maraini recompone la historia de Isolina y Trivulzio a través de los periódicos de la época y de otros pocos documentos, ya que hasta el sumario del caso está desaparecido. Los familiares que consigue encontrar de Isolina tienen poco que contar, ya que estaba prohibido hablar de ello en la familia. Una mancha negra en el árbol genealógico de esa envergadura debía esconderse. Ni nombrarse. La vergüenza para la víctima y los familiares; tal vez ella lo buscó “porque tenía muchos amantes. El testigo Sterza declara que considera a Isolina una pelandusca.”

Rocambolesco cómo en la sentencia tergiversan los hechos y se da la vuelta a la tortilla para que al final todo trate de devolver el honor a los Alpini. Ya poco importa que haya una joven de 19 años embarazada descuartizada. Lo que es inconcebible para los jueces es manchar la imagen de los militares; ahí está el debate.

Tras leer esta historia, el consuelo que nos queda es que Dacia Maraini escuchara la voz de los muertos e investigara esta historia hasta llegar hoy a nuestras manos. Que al menos Isolina tenga lo más parecido a otro juicio justo, y que su historia no siga escondida en el pasado. Que podamos imaginarla también como la joven alegre y con ganas de enamorarse y alcanzar una vida mejor que seguramente fue. Por Isolina y por todas las Isolinas que más de cien años después siguen apareciendo en los periódicos víctimas de la sociedad patriarcal en la que continuamos.

Maria José Graciá, Librería El Puerto (Sagunto, Valencia)